En primavera las plantas han de cumplir con una de sus funciones biológicas más trascendentales, la reproducción. En las plantas vasculares, este proceso requiere la transmisión del polen desde los órganos masculinos de las flores, los extremos de los estambres, llamados anteras, donde se localizan los sacos polínicos, a los órganos femeninos o gineceo, donde se encuentran el pistilo y el ovario.
En muchos casos, el transporte de estas partículas minúsculas se hace a través de los insectos u otros animales, como si fuesen mensajeros puerta a puerta, pero en muchas plantas resulta imprescindible el impulso del viento. Por ello en primavera, en según qué espacios naturales y también urbanos, el aire queda colmado de estas partículas de polen, que para muchas personas suponen un suplicio difícil de soportar.
UN TRASTORNO CADA VEZ MÁS FRECUENTE
Hasta un 15% de la población, solo en nuestro país, sufre en mayor o menor medida de polinosis, la reacción alérgica provocada al aspirar partículas de