YOUTUBERS DE MIERDA LA MIRADA TORCIDA
a extensión del uso de internet y la aparición de redes sociales, plataformas y webs ha supuesto, sin duda, una bocanada de aire fresco y ha acabado con el monopolio de los, , blogueros o periodistas independientes que no están vinculados a ninguna empresa de comunicación y llegan a muchas más personas que importantes conglomerados mediáticos. Sin duda, este cambio radical ha democratizado el periodismo, ha incrementado exponencialmente las posibilidades de acceder a informaciones alternativas y ha reducido enormemente la capacidad de influencia de los periódicos y las cadenas de radio y televisión. Sin embargo, la lucha descarnada por conseguir más , más , más tiempo de lectura y visualización y, en definitiva, por atraer la atención del público, ha generado que demasiados de estos «informadores independientes» que operan a través de internet, a pesar de criticar sin piedad a los medios de comunicación tradicionales –en muchas ocasiones con razón–, al final hayan caído en sus mismos excesos, e incluso los hayan superado con creces. En ese objetivo por concitar la atención del público, la ética se ha volatilizado, e internet y las redes sociales se han convertido en una cloaca de informaciones falsas y manipuladas, mentiras descaradas, tesis conspiranoicas sin el mínimo sustento racional e ideologías nazis y extremistas, además de trinchera de negacionistas del COVID-19 que han conseguido un máster en enfermedades infecciosas viendo tres vídeos en y leyendo dos artículos en un blog. Ese «mundo alternativo», que se vende como contracultural, en realidad ha ahondado mucho más profundamente en los «pecados» de los medios tradicionales y, además, con el mismo objetivo: el vil metal.
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