KILÓMETROS EN EFERVESCENCIA
Sentir, apreciar, comprender. Contemplar una determinada realidad en toda su dimensión es una tarea compleja que a menudo, requiere de cierto ritual. Al igual que un buen sommelier roba segundos al reloj manejando una copa, agitando el vino de su interior, observándolo, olfateándolo y finalmente ingiriéndolo lentamente para permitir que su paladar filtre cada uno de los matices presentes en el preciado licor, cuando tienes ante ti un vehículo con el legado de los BMW M3 y M4 no tardas en verte envuelto en uno de esos ritos aunque sea, en nuestro caso, bastante más mundano.
Eres consciente de que estás ante máquinas capaces de brindar experiencias únicas, pero no de que has comenzado a orbitar alrededor de las mismas y mucho menos de que son casi 4,80 metros de largo por 1,90 de ancho, los que estás recorriendo a cámara lenta, devorando con la mirada cada uno de los múltiples detalles presentes en sus carrocerías. Tu vista siempre encuentra una nueva nervadura, un conducto de aire,
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