TOQUE DE COLOR
Cuando continente y contenido casan como las piezas de un puzzle, se produce la magia y el resultado cuadra a la perfección. Fue lo que ocurrió en este piso del barrio de Justicia de Madrid. Su propietario, experto en inversión inmobiliaria yalto con un perfil cercano al mundo del diseño del s. XX y al arte contemporáneo de primera línea. El proyecto empezó desde cero, para romper cánones establecidos en cuanto a distribución y estética. Al mayor número de habitaciones con menor espacio le sucede un modo antagónico de repartir metros cuadrados. Aquí es donde entra en escena el diseñador de interiores Bruno Lavedán que, en estrecha colaboración con el estudio de IKB191, ideó una “modernización de los espacios para hacerlos acordes con la manera de vivir hoy”, comenta Carlos López. El objetivo principal consistía en “crear un contenedor neutro y tranquilo que albergase y, a la vez, integrase, parte de la colección de arte contemporáneo del dueño”, indica. De acuerdo con este plan, el interiorista amplió los espacios reduciendo el número de estancias y, así, el área pública está ahora compuesta por salón, comedor y cocina en un ámbito envuelto por el blanco de las paredes que integra la cocina para camuflarla. Los muebles de líneas rectas y lacados en blanco roto refuerzan la neutralidad y potencian la simetría, mientras ceden protagonismo a la piedra de cuarcita escogida para revestir el frente y la superficie de trabajo, un material muy resistente, que Lavedán eligió expresamente para que el dibujo de la veta fuera un elemento decorativo más. “La cocina constituye un espacio de trabajo y de convivencia por lo que se diseñó pensando en su durabilidad, practicidad y estética”, añade. Otro material natural, la madera, reviste el suelo de toda la casa, una vez más, para acompañar “una forma de vivir fluida, comunicable y cómoda”. El diálogo entre las importantes obras de arte contemporáneo -el pasillo se retranqueó para acoger la escultura de Bernardí Roig-, y las piezas de mobiliario e iluminación, de los años 50, 60 y 70, encuentran su mayor aliado en la forma de iluminar escogida por Bruno Lavedán, “calculada e invisible”, un control y una estrategia que dan carácter a este proyecto que pronostica el éxito de los futuros retos de IKB191.
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos