Cómo habitar un espacio que ya no nos representa? Es la pregunta vital que se hicieron los actuales propietarios de esta vivienda, cuando comprobaron que su antigua casa les era ajena, ya no la sentían suya. Estaban en otro momento estético, muy distinto. La solución fue partir de cero, unatan radical que incluía cambiar de Madrid. Nada de arquitectura historicista ni y si espacios cuadrados y rectilíneos por fuera y por dentro, aunque en el interior hubo que acudir a un bisturí preciso para recuperarlos. "La vivienda con todas las reformas posteriores tenía un aire muy 90 -comenta el diseñador- con paredes de diferentes colores y molduras que se habían añadido creando un falso histórico. La idea con la que trabajamos fue respetar y ser fieles a la estética depurada de la década en la que fue construída, eliminando estos añadidos que marcaban mucho la imagen. Solo se mantuvo el suelo original de madera". El resultado es un rotundo éxito que encaja con el aquí y ahora de sus moradores: salas amplias y blancas en las que la luz es un elemento fundamental; grandes espacios conectados con cierto sabor pero no demasiado acentuado para poder introducir piezas de arte y mobiliario de excepción como punto focal, y totalmente distinto a lo que tenían en sus otras casas. Aquí está la segunda parte de un puzzle de marcada personalidad que había que acoplar con maestría. Ahora, la envolvente neutra se pone al servicio de un interiorismo de fuegos artificiales que estalla en sorprendentes formas y colores, con piezas de coleccionista repletas de rigor conceptual y fantasía. Se celebra el color en riqueza y variedad y se rinde pleitesía a los grandes maestros. Un que celebra iconos del s. XX con creaciones contemporáneas y da lugar a espacios personales, en los que el arte es un indispensable. "El arte nos permite establecer un diálogo con el diseño actual y nuestras emblemáticas piezas del s. XX", señala el interiorista. Aquí estamos hablando de ediciones limitadas, como el aparador, diseñado por Giacomo Garziano; las butacas de Frank Lloyd Wright -puro en madera-; la silla, la de Gerrit Rietveld; el taburete-pie de Gaetano Pesce...Tantos nombres que abruman. Son piezas cuyo discurso transcurre a medio camino entre el arte y el diseño, acompañadas de otras ideadas en exclusiva para este espacio por L.A. Studio. Pero como hay que honrar a los antepasados, no todo está al servicio de la actualidad. En un pequeño apunte, el estudio mantuvo un vestigio del estilo de vida de la casa en los 40: una vidriera emplomada en el. "Ahora todo está equilibrado: ni, ni neutro tipo de hotel", concluye.
