SIN RIESGO NO HAY RECOMPENSA
La oficina no tiene por qué estar necesariamente limitada por cuatro paredes, también puede ubicarse en el mar o en la montaña, con la climatología como compañera de oficio. Es lo que les ocurre a los percebeiros gallegos, que se juegan la piel en los días de mar bravo para sacar el mejor percebe; a la familia Díaz Herrero, que descubrió en una cueva de los Picos de Europa situada a 1.500 metros de altura el lugar perfecto para que reposasen sus quesos; o a esos viñateros que durante todo el año trabajan a orillas del río Sil en pendientes escarpadas, desafiando así las leyes de la gravedad. El resultado de estos trabajos arriesgados, y a veces peligrosos, son productos hechos a sí mismos y cincelados con las particularidades de su territorio. Alimentos únicos y valorados que cuentan mucho más de lo que se puede apreciar a simple vista.
“Hay que tenerle mucho respeto al mar porque cuando bajas la guardia, es cuando te coge”, explica Fran Formoso
LA MIRADA SIEMPRE PUESTA EN EL MAR
La costa gallega es inmensamente rica por el mar Atlántico norte que la baña y que posibilita que, gracias a las mareas, crezcan mariscos de tamaño y calidad excepcionales. Uno de los productos más cotizados que
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