El corazón de las tinieblas de Orson Welles
“Hay un antes y un después de…”. Con frecuencia, abusamos de esta frase hecha, manoseada hasta reducirla al tópico. Sin embargo, nadie duda de que en 1941, el cine, tal y como se había concebido hasta entonces, cambiaría para siempre. Fue en aquel año cuando, tras superar innumerables problemas de producción y sortear serias amenazas legales, un joven de 25 años, advenedizo en el oficio, estrenó una obra gracias a la, la cinta que encabeza los de la crítica especializada, no solo aglutinaba los logros narrativos de sus antecesores; pese a su juventud e inexperiencia, el propio Orson Welles aportó innovaciones técnicas que acabaron sentando las bases de la del cine contemporáneo. Sin embargo, el desembarco de Welles en Hollywood no estaba destinado a nacer con la enigmática palabra en los labios. Tendría que haber sido a bordo de una barcaza, surcando un río congoleño y con otro nombre en su boca no menos misterioso: .
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos