¿ DÓNDE ESTÁS, MONOPOLO?
El 12 de julio de 2012 se produjo un anuncio histórico: el gran colisionador de hadrones (LHC) del CERN, cerca de Ginebra, por fin había detectado el bosón de Higgs, último ladrillo que le faltaba al marco de referencia de la física de partículas, el llamado modelo estándar. Sin embargo, aún quedaba otra incógnita que los físicos llevan décadas intentando despejar, una que abriría las puer-tas a un mundo poblado por hipotéticas entidades subatómicas con nombres como axiones, neutralinos, WIMP o charginos. Hablamos del monopolo magnético. Tres años más tarde del éxito del Higgs, el CERN lanzó un nuevo experimento, llamado Monopole and Exotics Detector (MoEDAL): la cacería a la partícula que lleva eludiendo a los físicos desde finales de los 70 acababa de comenzar.
Aunque el magnetismo es un viejo conocido –existen pruebas arqueológicas que apuntan a que los antiguos olmecas lo usabaN hacia el año 1200 a. C. en sus rituales– fue un enigma hasta el siglo XIX. En 1819, un profesor de Física de la Universidad de Copenhague llamado Hans Christian Oersted observó que al aproximar una brújula a un hilo que conducía electricidad, la aguja cambiaba de dirección.
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