OBRAS DE ARTE, EL OTRO TESORO
n los países ocupados, los nazis saquearon joyas artísticas de incalculable valor que robaron de palacios, iglesias, museos y domicilios particulares de judíos de la película homónima–, como, por ejemplo, la escultura de Miguel Ángel conocida como sigue sin hallarse el rastro. Es el caso de la legendaria Cámara de Ámbar, de larga historia. Se trata de una habitación recubierta con paneles de oro y seis toneladas de ámbar de la que los alemanes se apropiaron en Leningrado y que trasladaron a Königsberg. Ante la llegada inminente del Ejército Rojo, los paneles fueron desmontados y escondidos y nada se sabe hasta hoy de su paradero. ¿Es posible que algún día aparezca? En 2012, 67 años después del fin de la guerra, la policía confiscó una colección de 121 obras de maestros como Chagall, Monet y Matisse que se encontraba en un piso de Múnich. La vivienda pertenecía al hijo de Hildebrand Gurlitt, un antiguo marchante contratado por los nazis para vender en el extranjero el fruto del expolio y que, en su lugar, se lo había quedado para sí mismo tras afirmar que las obras se habían perdido en el bombardeo de Dresde. Así que, ¿quién sabe?
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