Once millones de ausencias en la Basílica de Guadalupe
Al provocar la suspensión de los festejos del próximo 12 de diciembre en la Basílica de Guadalupe, la pandemia del coronavirus marcó un hecho histórico sin precedente en el país: truncó el más arraigado y antiguo festejo religioso que llevaba 464 años de realizarse ininterrumpidamente, pese a guerras, epidemias y gobiernos anticlericales.
Este golpe al culto guadalupano –símbolo de identidad de los mexicanos– también paró en seco a las multitudinarias peregrinaciones que iban durante todo el año a venerar a la virgen del Tepeyac. Algunas congregaban hasta 100 mil peregrinos caminando en filas de varios kilómetros.
El cronista de La Villa de Guadalupe, Horacio Sentíes, comenta sorprendido:
“Estamos viviendo un hecho inédito en la historia del país; la cancelación en La Villa de los festejos del 12 de diciembre. Desde que comenzó esa festividad, en 1556, nunca antes se había suspendido.”
–¿Considera acertada la cancelación?
–Por supuesto. Imagínese la facilidad con que se puede trasmitir el contagio en los tumultos de fieles que llegan el 11 y 12 de diciembre. Las autoridades del santuario
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