Morena tiene presidente, pero su panorama es sombrío
Después de dos años de agria disputa entre facciones y luego de tres encuestas que le costaron 30 millones de pesos, Morena tiene por fin presidente, Mario Delgado, y secretaria general, Citlalli Hernández.
Pero el panorama es sombrío: un partido desarticulado y conflictivo en pleno proceso electoral, con una oposición virulenta y latente migración de votos a los nuevos partidos afines al presidente Andrés Manuel López Obrador.
La definición de la dirigencia nacional, que representa también una batalla en la prematura disputa por la candidatura presidencial entre el canciller Marcelo Ebrard, la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum y hasta el senador Ricardo Monreal, tampoco significa la conclusión de los conflictos, aun si no se materializa la “resistencia” contra Delgado por parte de los impulsores de Porfirio Muñoz Ledo que denuncian el uso de dinero para “comprar” posiciones.
Alfonso Ramírez Cuéllar, quien fue elegido en enero como presidente para sólo organizar la elección de la dirigencia, hereda el cargo a Delgado preocupado, por la intromisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) en Morena y la influencia del dinero en su partido.
“Lo más grave no es quién quede. Lo que no puede ser es que, primero, nos asalte el Tribunal y, luego, el dinero tome por asalto al partido”, advierte en concordancia
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