¡Qué vida!
Tengo el presentimiento de que un día de estos, más pronto que tarde, nos levantaremos con la noticia de que los exobiólogos han encontrado vida fuera me refiero a cinco, diez o veinte años. Mi optimismo surge del apasionante momento por el que atraviesa la exobiología, esto es, la ciencia que estudia las posibilidades de existencia de vida en el cosmos, más allá del planeta azul, un mundo para el que, dicho sea de paso, crear vida fue coser y cantar. Este 2020, tres misiones viajan hacia Marte para indagar más a fondo en su seco presente y húmedo pasado: la emiratí Al-Amal, la china Tianwen-1 y la estadounidense Mars 2020. Y mientras transitan por el frío y oscuro vacío interplanetario, aquí abajo los científicos dicen que han descubierto tres nuevos lagos salados bajo la superficie helada del planeta rojo; que han hallado fosfano –un gas relacionado con la actividad biológica– en la venenosa atmósfera de Venus; y que quizá han detectado el primer planeta en otra galaxia, la M51. A esto hay que sumar el creciente catálogo de exoplanetas de la Vía Láctea, muchos de los cuales orbitan en la llamada zona de habitabilidad de su estrella anfitriona. Volviendo cerca de casa, los planetas enanos Ceres y Plutón muestran en su superficie claros indicios de presencia de materia orgánica; y, como apunta bioquímico y exobiólogo que firma el reportaje (pág. 22), Europa, una de las lunas de Júpiter, podría esconder en los océanos líquidos que hay bajo su gélida corteza la sorpresa que muchos estamos esperando: microbios. Habrá que esperar a la década de los treinta para resolver el enigma.
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