¡ BENDITAS VACUNAS!
Puede que los humanos no nazcamos precisamente con un pan bajo el brazo, pero sí dotados de un sistema inmune que es todo un portento defendiéndonos de los agentes patógenos que continuamente nos rondan. “Cuando uno nos ataca, primero actúa el sistema inmune innato, compuesto principalmente por macrófagos, que dan la voz de alarma, pero de un modo inespecífico, es decir, sin tener en cuenta el tipo de agresor”, indica en una entrevista a MUY la inmunóloga Matilde Cañelles, del Instituto de Parasitología y Biomedicina López-Neyra, en Granada.
Mientras llegan los refuerzos, los macrófagos no se lo piensan dos veces y se enfrentan a los invasores. Literalmente, se los comen. No en vano, se trata de células fagocitarias que se dedican a digerir microorganismos. Puede que sean un poco toscos, pero resultan muy eficaces como primera línea de defensa y proporcionan información clave sobre el enemigo a las células del sistema inmune adquirido o adaptativo.
En esencia, este último está formado por un ejército especializado de linfocitos –un tipo de leucocito o glóbulo blanco– entrenados para combatir individualmente a cada agente patógeno en concreto. Se toman su tiempo –a veces incluso necesitan varios días para activarse por completo–, pero, una vez que irrumpen en el
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