LAS CALLES RECOBRAN LA VIDA
El beat'em up, también conocido como yo contra el barrio o brawler, gozó de una gran popularidad en los 80 y los 90, vinculado estrechamente a los salones recreativos. Sin embargo, fue perdiendo fuerza paulatinamente. En primer lugar, tuvo que encajar en la mandíbula el duro golpe de Street Fighter II, que marcó el auge de los juegos de lucha en los arcades de la primera mitad de los 90. La irrupción de los gráficos poligonales fue otro doloroso guantazo, pues pocas compañías se atrevieron a aplicarlos al beat'em up en la segunda mitad de la década. La desaparición de los propios salones recreativos y la ausencia de nuevos proyectos para el mercado doméstico —donde fueron apareciendo géneros sustitutivos— fueron el combo que acabó de tumbar a un género que había llegado a ser el rey.
Ahora bien, el beat'em up nunca se ha llegado a ir del todo. Esporádicamente, se lanzan juegos que, como un pollo bien asado, le devuelven toda la barra de vida. Es lo que ha sucedido con Streets of Rage 4,
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