CUANDO LOS TURBO DOMINARON EL MUNDO
Respeto a Renault. Respeto, de hecho, al fundador de la compañía, Louis Renault, quien patentó una forma de sobrealimentación en diciembre de 1902. La sobrealimentación se usó en aviones de combate de la Primera Guerra Mundial, pero la noción de aprovechar los gases de escape para comprimir el aire y aumentar la potencia del motor todavía estaba muy lejos. Eso sí, cuando se dieron cuenta de su función, la espera mereció la pena: la Fórmula 1 y el mundo del automovilismo nunca serían lo mismo sin los turbo. Pero la historia es más larga. ¿Has oído hablar del Cummins Diesel Special cuyo ‘turbocompresor’ impulsó a Fred Agabashian a la pole position de Indianapolis 500 en 1952 (una carrera que contaba para el campeonato mundial de F1 en ese tiempo)? 14 años después, tres coches llegaron al mítico Brickyard con turbos adheridos a sus Offenhauser V8: Huffaker de Bobby Unser, Gerhardt de Jim Hurtubise y Watson de Bobby Grim.
Unser odiaba su coche, pero amaba el motor: “En el 66 se produjo el
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