ROMPER EL MOLDE
Cuando el reloj marca exactamente las diez de la mañana, la hora de nuestra cita, se asoma al umbral de la puerta que separa el de la cafetería del madrileño Hotel Villamagna. Es bajito, luce canas, americana gris holgada y sus características gafas negras de pasta. Busca la mesa con la mirada; saluda con un «espero haber sido puntual»; sacude el asiento y pide agua con gas, con limón pero sin hielo. Antes de comenzar la entrevista –concebida antes del confinamiento–, Manolo Valdés (Valencia, 1942) toma un sorbo de agua, se recoloca las gafas y cuenta que hace solo unas horas que aterrizó en Madrid procedente de Nueva York, donde vive desde hace 30 años. Estamos ante una de las figuras del arte más importantes de nuestro país, el creador de un nuevo lenguaje cercano al pop que usó el compromiso social y la política con la mayor de las ironías y el mejor sentido del humor. Pintor, escultor, grabador…, la vida artística de Valdés lleva más de siete décadas cosechando premios
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