DUELO A MUERTE EN EL PACÍFICO
HISTORIADOR Y PERIODISTA
El ataque a Pearl Harbor supuso un duro golpe para los norteamericanos, pero no resultaría definitivo. Estados Unidos puso en marcha enseguida, como se vio, su potente maquinaria de guerra para frenar el expansionismo nipón, aunque los resultados no serían inmediatos.
En diciembre de 1941, los japoneses habían lanzado la invasión de Filipinas, entonces bajo administración norteamericana dirigida por el carismático general Douglas MacArthur. Las tropas defensoras acabaron sitiadas en la isla de Corregidor, situada en la bahía de la capital, Manila. Washington dio por perdida Filipinas y prefirió enviar tropas, aviones y pertrechos a Australia, que corría el peligro de ser también invadida. Aunque MacArthur quería seguir combatiendo, se le ordenó salir de la isla en una lancha torpedera dejando atrás a los hombres que valerosamente habían luchado junto a él, y que aún lograrían resistir en Corregidor hasta el 6 de mayo de 1942, antes de caer prisioneros. Ese mismo mes, las tropas niponas arrebataron Birmania a los británicos.
CHOQUE EN EL MAR DEL CORAL
El sol rojo, símbolo del Imperio japonés, se extendía por el mapa como una mancha de aceite que nadie parecía capaz de detener. pero esa meritoria acción apenas tuvo carácter testimonial.
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