Una nueva y cinéfila normalidad
El optimismo del que hizo gala el propio festival y su organización pareció contagiarse a la mayor parte de la programación. Ver el lado bueno de las cosas en momentos difíciles fue la consigna (a veces el lastre) de varios de los títulos presentados, del inaugural de David Ilundain, tan fiel al humanismo del cine sobre educación francés que sacrifica una malvada idea nada a de Jan Komasa, Premio de la Crítica y simpático mix del ochentero de Herbert Ross con el catolicismo polaco. Se tratara de hablar del nazismo (la impecable adaptación que Caroline Link ha hecho del de Judith Kerr ), el síndrome de Down (la e italiana de Stefano Cipani, o la más interesante apócrifa revisión de a cargo de Tyler Nilson y Michael Schwartz), la enfermedad (la ya estrenada de Álvaro Díaz Lorenzo) o la guerra (la rutinaria de Peter Cattaneo), el mensaje final era esperanzador y buenrollista.
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