LOS CENTINELAS DE SILICON VALLEY
En algún lugar de Silicon Valley…
NO ESTÁS MUY SEGURO DE CÓMO has llegado aquí. Hace unos años patrullabas en guerras oscuras y peliagudas, con tu rifle siempre al hombro y treinta balas a tu disposición. Los compañeros de pelotón esperaban a tus espaldas por si hacía falta usar la fuerza. Llevabas un equipo de al menos 40 kilos, con agua, munición y ese botiquín que nunca quisiste usar, pero que tuviste que hacerlo cuando llegó el momento para el que tanto te habían entrenado. Eso era antes, ¿y ahora?
“Vamos”, les ordenas a los técnicos, con sus camisas a cuadros y sus Converse. Es un luminoso día de otoño en California. El semáforo ha cambiado; los coches se han detenido. “Crucen la calle”.
No son técnicos, te corriges. La mayoría de ellos son ingenieros de software. Pero, sobre todo, son clientes. Clientes. Te alegras de estar aquí. No en el paso de peatones, exactamente, sino de tener trabajo. Uno bueno, honesto y bien pagado. Con horario fijo. Sabes lo difícil que es encontrar algo así después del Ejército. Resulta que los empleadores americanos no suelen valorar habilidades como la de patrullar en las partes más peligrosas del mundo.
“Alto”, le indicas al siguiente grupo de ingenieros que se acerca desde el aparcamiento hacia la sede de su trabajo en las Big Tech. El semáforo ha cambiado y los coches arrancan.
“La piedra angular de cualquier táctica de contrainsurgencia es establecer la seguridad de la población civil. Sin un entorno seguro, no se pueden implementar reformas permanentes y se extiende el descontento”
—Manual de contrainsurgencia del ejÉrcito de eeuu
Una compañía perdió a un trabajador hace varios meses. Lo atropelló un autobús que lo envió directamente al más allá. Por eso estás aquí. Para proteger a los clientes, incluso de ellos mismos. No están mal, son personas... diferentes. Se comportan de manera distinta a lo que estás acostumbrado. Les interesa más lo que sucede dentro de su cabeza que lo que pasa a su alrededor. Probablemente algunos son genios, aunque aquí cuesta creerlo: la mitad parecen estar estudiando el hormigón y el resto
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