TRIPTYKON
Thomas Gabriel Fischer, más conocido como Tom G. Warrior, es una de las figuras más relevantes e influyentes del panorama metálico de las últimas 4 décadas. Forjó su leyenda en los años ’80 de la mano de sus 2 primeros grupos, Hellhammer y Celtic Frost, alfa y omega de todos los sonidos extremos que surgirían a la postre (con el permiso de Venom y Bathory). Denostado y ridiculizado en su día (sobre todo con Hellhammer, banda que en su momento nadie tomó muy en serio), Tom tenía una visión muy clara sobre qué quería hacer, a qué debía sonar y cómo quería llevarlo a cabo. De esas inquietudes y ansias por explorar territorios musicales desconocidos, surge Celtic Frost en 1984, la banda que moldearía géneros futuros como el black, death, doom, gothic o avantgarde. Y todo ello en apenas 3 años de vida (1984- 1987) y sin despeinarse. Tachados de enfermizamente ambiciosos e incluso pedantes (por la prensa más convencional), prepotentes (su sello discográfico) y visionarios (sus seguidores incondicionales), la travesía de Tom y Celtic Frost por la década de los ’80 no fue un camino de rosas precisamente y no pasaría mucho tiempo hasta que la formación implosionase en mil pedazos y desapareciese con el albor de los ’90 engullida por una serie de nuevas tendencias tanto extremas como comerciales y alternativas. Ironías de la vida, tanto la escena black/death del norte de Europa como el buque insignia del movimiento grunge (Nirvana), citarían a los suizos como una de sus influencias principales y decisivas lo que denota el amplio espectro musical que abarcaba su legado.
Celtic Frost, en su búsqueda de arreglos musicales diferentes e innovadores, introdujo en su proto-thrash una serie de elementos sonoros hasta la fecha profanos en la música metálica como arreglos orquestados, cuartetos de cuerda, percusión clásica y voces femeninas. Deep Purple, Rainbow o Yngwie Malmsteen habían coqueteado con la música clásica no
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