La primera víctima de Rascarrabias 911
Miriam y Pedro Alejandro platicaron el pasado 16 de marzo. Ese día ella realizaría, por primera vez, sus actividades laborales desde casa –home office–, para atender trámites relacionados con fondos de inversión, como parte de su trabajo en un banco. Pero él debía asistir al call center donde trabajaba porque necesitaba el dinero. Un mes después, el 16 de abril, Pedro Alejandro estaba muerto.
Justo al siguiente lunes de aquella plática de pareja, el 23 de marzo, Pedro Alejandro Hernández Rodríguez, de 40 años, empezó a sentirse mal. En los meses previos había padecido algunos problemas respiratorios, auditivos y una parálisis facial por estrés –hasta donde sabían–, pero en esa última fecha empezó a tener cierto escurrimiento nasal, tos y decaimiento.
Miriam insistía en dedicado a la cobranza de adeudos de las empresas de Grupo Salinas.
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