Pender de un hilo
En abril de 2013, el derrumbe de una fábrica textil en Bangladesh que confeccionaba ropa para grandes tiendas de moda rápida sacudió al mundo. No era el primer accidente vinculado a la industria, ni sería el último, pero el saldo trágico sin precedentes –cerca de 1200 muertes y más de 2400 personas heridas– marcó un antes y un después. La moda debía repensarse. Indagar en los procesos productivos reveló la complejidad de un sistema con problemas de punta a punta, desde la generación de la materia prima hasta el final de la vida útil de los productos.–elaborado por Global Fashion Agenda, Sustainable Apparel Coalition y Boston Consulting Groupdeterminó que la industria desaceleró sus esfuerzos y aún está lejos de ser sostenible. En paralelo al freno de las acciones, los discursos van en aumento. Términos y conceptos como bio, , ecológico, orgánico, consciente, , vegano, responsable, entre varios otros, suelen dar forma a una prédica verde que intenta lavar las consecuencias de lo insostenible. El – como se conoce a esta práctica–promueve una percepción errónea, pero además encierra otro gran peligro: bajo su lógica hegemónica, se pierden de vista verdaderos problemas y oportunidades a nivel local. “La deuda ecológica entre el norte y el sur del planeta es real, y aunque no nos exime de responsabilidad, lo cierto es que existen distintos grados. Generalizar el daño es engañoso, porque si todos somos responsables, en definitiva nadie lo es. Este criterio es usado ampliamente por las marcas”, dice Enrique Viale, abogado especialista en derecho ambiental, fundador de la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas. “La validez de las soluciones individuales es otra de las creencias que alienta este tipo de discurso. Puedo pensar que si compro un par de zapatillas con plástico oceánico reciclado, ya hice suficiente para salvar el planeta, en lugar de cuestionar los modelos de desarrollo que tiene nuestro país en cuanto a minería, soja transgénica o por ejemplo”, señala el especialista y destaca que como contrapartida a este enfoque la creación de políticas públicas y el desarrollo de economías regionales resultan elementales. Somos Fibra es una iniciativa del área de Diseño de la Coordinación Nacional de Transferencia y Extensión del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, que integra saberes ancestrales, diseño y nuevas tecnologías. “Para pensar qué sería sustentable en función de las necesidades de nuestro país, es fundamental ir de abajo hacia arriba. En Somos Fibra partimos de conocer al artesano rural, aprovechando el bagaje de información que disponemos a partir del trabajo con la agricultura familiar. No tiene sentido importar modelos de países con otra realidad y una estructura social y productiva diferente”, describe la diseñadora Marcela Duhalde, directora creativa del proyecto que ofrece productos artesanales contemporáneos en materiales nobles. “Los consumidores valoran la responsabilidad social que subyace a los procesos, aunque en Argentina todavía falta conocimiento. Aquí persiste la creencia de que la artesanía es algo de bajo precio y regateable”, apunta y agrega que, junto con Innovaciones Tecnológicas Agropecuarias en la parte logística y comercial, desarrollaron una plataforma de ventas . Recientemente comenzaron a exportar a Australia, Estados Unidos y los países nórdicos. “Somos el país con la mayor variedad de materias primas naturales, aunque no todas se explotan. Si a esto le sumamos la vasta diversidad cultural, la pluralidad de técnicas y un contexto que favorece el consumo responsable, es claro que estamos frente a una gran oportunidad”, describe Duhalde.
