Diseñadora, rock y activista
Stella desde muy pequeña supo que quería ser diseñadora. Una de sus primeras memorias es de ella en el clóset de sus padres observando extasiada los atuendos de escena que utilizaban con su grupo musical Wings.
No es que ellos se interesaran en la ropa, al contrario, “crecí en una familia en la que no se tiraba nada, la moda no era un tema (reveló en entrevista con Net-A-Porter), se hablaba de música y fotografía, pero jamás de moda”. Aun así tenían un estilo que, según ella, era instintivo: una mezcla entre viejo y nuevo, glamuroso y atemporal.
Paul y Linda McCartney vivían con sencillez y criaron a sus hijos alejados de Londres. Así se instalaron en una granja en Peasmarsh, Sussex, donde enviaban a los niños a la escuela local. Stella y sus hermanos fueron al colegio estatal y luego al liceo Thomas Peacocke, en Rye. Un excelente antídoto al ser los hijos de una megacelebridad. “No te ufanabas de lo que tenías, porque te ligabas una golpiza” es una frase de Stella que Philip Norman, biógrafo de Paul McCartney, recuerda. Pero, a diferencia de sus hermanos, que eran calmados y afables, ella era pendenciera y a menudo se veía inmersa en peleas
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