HONGOS LA CEREMONIA PROHIBIDA LA COMUNIÓN SAGRADA
Cuando los españoles llegaron a Mesoamérica, fueron testigos de una serie de extraños ceremoniales que tenían lugar en la clandestinidad. Llegada noche, los indígenas se entregaban a frenéticas danzas, carentes de ritmos, mientras manifestaban ser testigos de extrañas visiones donde, aseguraban, veían “mil demonios”. “Parecíales –escribe fray Toribio Motolinía, en su Historia de los indios de la Nueva España (1541)– que las piernas y el cuerpo tenían llenos de gusanos que los comían vivos”.
LA DANZA DE LOS HONGOS
El origen de tal estado de trance lo aclara el franciscano leonés Bernardino Sahagún en sus crónicas escritas en la segunda mitad del siglo XVI, cuando describe “unos honguillos negros” que generaban en quien los tomaba desde lujuria hasta visiones agónicas, como si estuvieran al borde de la muerte. En las ceremonias aztecas era costumbre agasajar a los asistentes con un convite de hongos endulzados en miel. En su Crónica Mexicana (1598), el cronista indígena Alvarado Tezozomoc menciona cómo durante el ágape que acompañó a la ceremonia de coronación de Moctezuma II, noveno y último gobernante (tlatoani) de Tenochtitlan en 1502 hasta su conquista por Hernán Cortés, no faltaron los hongos para los comensales: “Les dieron a comer hongos montesinos, se embriagaban con ellos y con esto entraron a la danza”.
Algo más académica se antoja la descripción que ofrece Francisco Hernández de Toledo, médico de Felipe II, quien en su Historia Plan
describe así sus efectos alucinógenos: . A estos hongos
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