FILOSOFÍA VERDE
LA INDUSTRIA DEL AUTOMÓVIL está siendo sacudida por un cambio lento pero inexorable. Todo apunta a que, tarde o temprano, la electricidad será la única fuente energética utilizada para el transporte y la movilidad. Un desafío en el que los países más desarrollados han sido, como es lógico, pioneros. No hay más que pensar en la estadounidense Tesla, que empezó su andadura hace ya una década y ahora propone una amplia gama de modelos a baterías. Pero los productores europeos no se han quedado de brazos cruzados: en ambos continentes la oferta de modelos eléctricos se ha disparado, impulsada, entre otros factores, por las normativas que limitan la circulación en el centro urbano de muchas ciudades y por las ayudas para la compra de vehículos ecológicos. Los fabricantes –entre ellos BMW, Audi, Mercedes, Volvo...– han sido los primeros en ofrecer modelos casi todos SUV, lo que no es una casualidad:permiten la instalación de baterías suficientemente grandes como para garantizar la autonomía adecuada a los hábitos de conducción europeos. Gracias a una autonomía media de en torno a los 400 km, los coches eléctricos representan actualmente una alternativa real a los de combustión, siempre que el conductor esté dispuesto a hacer algún sacrificio, porque los tiempos de recarga siendo siendo largos y tienen que ser planificados con cuidado, ya que las infraestructuras públicas son aún escasas. Cuestión de tiempo.
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