JUICIOS CONTRA ANIMALES
Efectivamente, hubo un tiempo en que el hombre aplicaba, stricto sensu, sentencias condenatorias para castigar y atormentar a todo tipo de animales en una suerte de equiparación moral con él mismo. El animal acusado de homicidio, de antropofagia –comer carne humana–, de robo o incluso de herejía, comparecía ante un tribunal y luego era ajusticiado según la gravedad del delito. Leer para creer. Se le consideraba responsable de sus actos ante la ley vigente, y por ello podía ser azotado, mutilado, decapitado, colgado y quemado en la hoguera, tal y como se refleja en múltiples testimonios históricos que se conservan en archivos de medio mundo.
La mayoría de los casos de juicios contra animales ocurrieron el Occidente cristiano entre los siglos XV y XVIII, si bien tuvieron lugar también en otras latitudes. Sin embargo, aunque parezca increíble tan lejos de supersticiones pretéritas, también se llevaron a cabo en el siglo XX. En 1903, una elefanta de nombre Topsy fue sentenciada a muerte mediante una orden administrativa tras haber matado a sus cuidadores, que al parecer la torturaban. Fue electrocutada por Thomas A. Edison en Coney Island, Brooklyn, Nueva York, y la prensa captó numerosas imágenes de aquel esperpéntico episodio. Tiempo después, el 13 de septiembre de 1916, la también elefanta Mary fue ahorcada con una grúa tras un juicio en Tennessee por haber dado muerte a su domador. Pero hubo muchos más… En una fecha mucho más cercana a nosotros, el año 2003, un asno fue condenado a muerte por
