UNA EVIDENCIA DEL MÁS ALLÁ
ara Rupert Sheldrake, su hipótesis de los campos morfogenéticos implica, de algún modo, que la conciencia sobrevive a la muerte del cuerpo físico. En el (Kairós) escribe lo siguiente al respecto del enigma de todos los enigmas: «La constatación experimental de este nuevo enfoque sobre el fenómeno de la memoria puede modificar radicalmente nuestra visión científica de la supervivencia de la conciencia a la muerte del cuerpo. Si la memoria no se encuentra almacenada en el interior del cerebro, no hay razón alguna para pensar que se deteriore al mismo tiempo que el cerebro. En tal caso, quizás permanezca en estado potencial y sea posible sintonizar con ella (…) Por otra parte, aún en el caso que el yo consciente no fuera idéntico al funcionamiento del cerebro, sino que más bien ‘interactuara’ con él a través de campos mórficos, sería posible que después de la muerte del cerebro, el yo consciente siguiera vinculado con esos campos y conservara la capacidad de sintonizar con sus propios estados pasados. En tal caso, el yo y los recuerdos sobrevivirían a la muerte del cuerpo. Lo cierto es que la forma concreta en que el yo consciente interactúa con los campos mórficos asociados a la actividad mental permanece oscura, pero no parece imposible concebir una teoría del campo de la mente que nos aporte una nueva comprensión científica de la memoria que incluya la posibilidad de supervivencia de la conciencia a la muerte del cuerpo».
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