LA CARA POSITIVA DE LA NEGATIVIDAD
omos seres emocionales. Nos enfadamos hasta el punto de perder el control, la tristeza nos vence ensombreciendo nuestros días, somos incapaces de reprimir el rechazo y asco que nos provocan ciertas cosas, mientras que el miedo nos paraliza y aturde sin que seamos capaces de dominarlo… Aunque psicólogos y otros expertos se esfuerzan en no clasificar a las emociones como positivas o negativas, es bastante evidente que existen una serie de emociones que preferimos no experimentar, y que, de hecho, cabe gestionar adecuadamente cuando inevitablemente irrumpen en nuestra vida. En contraste con aquellas otras que sí nos apetece sentir, como la alegría, para entendernos podemos legítimamente referirnos a ellas como negativas o indeseadas. Sin embargo, más allá de la semántica y de la criminalización social de la que son objeto, quienes abiertamente manifiestan tales emociones no han
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