CUANDO LOS ESPÍRITUS DICTAN SENTENCIA
En la localidad brasileña de Viamão, perteneciente a la Región metropolitana de Porto Alegre, el notario de 71 años Ercy da Silva Cardoso estaba sentado en el interior de su casa. Furtivamente, un hombre se le acercó y, sin mediar palabra, le disparó dos tiros en la cabeza. Aquel 1 de julio de 2003 fue el último día en la vida de Ercy da Silva. Luego llegaron las pesquisas policiales y una compleja trama de cómplices dentro de la cual el ejecutor del asesinato fue el último eslabón de una confusa cadena. Los hechos posteriormente demostrados apuntaron a que hacia las 21 horas, en la calle Nossa Senhora dos Navegantes número 940, dos individuos, Leandro da Rocha Almeida y otro sujeto apodado Pitoco, llevaron a cabo el crimen. Leandro era el asistente personal de la víctima y quien informó de los horarios y rutinas del objetivo a Pitoco para que pudiera apretar el gatillo de su arma con plenas garantías. Además, Leandro facilitó el ingreso del asesino a la vivienda, apartando a los perros. Hasta aquí la reconstrucción de los hechos conforme las declaraciones de Leandro, porque nunca aparecieron ni el revólver homicida ni el tal Pitoco. Pero, y ¿el móvil del asesinato? La promesa de una recompensa económica de 20.000 reales, de los cuales 1.000 serían para Pitoco. Fue en este punto donde Leandro pronunció el nombre de otra persona implicada: Iara Marques Barcellos, mujer casada de 63 años, pero que mantenía una relación extramatrimonial con el notario desde 1996. Éste, a su vez, se relacionaba sexualmente con otras mujeres, circunstancia que motivó los celos de Iara, quien habría urdido el plan para asesinar a Ercy da Silva y contratado a los ejecutores.
En mayo de 2006 se celebró
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