LOS ESPÍAS OLVIDADOS
Normandía, las Ardenas, Stalingrado… Batallas de la Segunda Guerra Mundial que resuenan en el imaginario colectivo. Episodios de la historia de la humanidad que todos entendemos como decisivos para la formación de nuestra actualidad. Sucesos consignados en libros y documentales que suman millones de páginas y horas de metraje. Más allá de aquellos tremendos choques tan reseñados, hubo otros aparentemente menores que permanecieron ocultos en el envés de la historia, pero que fueron tan determinantes como los más conocidos a la hora de derrotar al nacionalsocialismo. Uno de ellos se desarrolló en un pequeño pueblecito del Pirineo aragonés llamado Canfranc. Y durante décadas apenas supimos nada de aquella batalla cargada de épica.
La estación de tren de Canfranc era en 1940 una de esas raras peculiaridades geopolíticas que se dan de vez en cuando. Francia y España habían acordado mediante un tratado la doble nacionalidad de la infraestructura. A un lado del vestíbulo de la estación, el viajero estaba en España, y al otro, en Francia. Cuando los alemanes asaltaron Francia y la doblegaron, aquel tratado pasó a tener una importancia vital en la contienda. La posición estratégica de Canfranc hizo que los alemanes desplazaran por allí toneladas de minerales proporcionados por el régimen de Franco para sostener la máquina militar nacionalsocialista. Por otra parte, esa doble nacionalidad de la estación y el interés de los alemanes en tenerla bajo su órbita convirtieron el enclave en un nido de espías españoles y franceses que iban a dejarse la piel para derrotar a Hitler.
En España, lo que ocurrió en la estación permaneció sepultado para el. En la sorprendente monografía se narra cómo pasaron por la estación toneladas de oro nazi camino de Sudamérica y cómo Franco blindó los temibles tanques alemanes con el wolframio extraído de las minas españolas.
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