El naufragio de las buenas intenciones
MADRID.- Dos momentos, uno al inicio de la vigésimo quinta Conferencia de las Partes (COP 25) de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) y otro al cierre, ilustran la senda que siguió la reunión durante dos semanas de negociaciones duras y decepcionantes.
El primero ocurrió el 2 de diciembre, en la primera jornada de la COP en Madrid, cuando la presidenta de las sesiones, la ingeniera chilena Carolina Schmidt, aceptó la petición de los delegados africanos de reabrir el debate sobre cuál región es más vulnerable a las consecuencias de la crisis climática, cuestión presente por años.
Schmidt ignoró el llamado de varios bloques latinoamericanos a rechazar la petición –el representante de Honduras se quedó con la mano levantada pidiendo la palabra–. Las delegaciones latinoamericanas no se lo perdonaron y ese instante marcó el devenir de las tratativas, cuyo lema fue “Tiempo de actuar”.
La segunda instantánea ocurrió en el trayecto final de la COP, la tercera consecutiva que se realizó en Europa,
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