Una muchacha
Los nuevos años siempre nos ponen delante de un viejo huesudo, cabizbajo y harapiento que agoniza y un bebé rozagante que se anuncia. Es nuestra forma de representar el tiempo como una sucesión generacional. Es una metáfora –el “como si”– tan vieja como las seis ediciones de un poema sobre un maestro y una muchacha que conocemos como “El lay de Aristóteles”. El poema del siglo XIII se ha atribuido tanto a Henri d’Andeli, un universitario de Normandía, como a Henri de Valenciennes, un escribano de la corte de Flandes que participó en la cuarta Cruzada a Constantinopla. Es una historia escuchada y, luego, versificada en un idioma desaparecido, el picard, y versificada en “lay”, es decir, lírica en verso corto. Pero, como todas las metáforas, lo que nos interesa a los simples lectores es la distancia que nos acerca, es decir, qué de la historia nos dice
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