RAPSODIA ESCARLATA
Mujeres que utilizan el fluido de su regla para pintar obras de arte, que lo vierten con amoroso cuidado sobre las plantas de sus jardines y balcones, que lo untan sobre sus rostros para reconectar con su esencia y, de paso, hacerse más bellas. Esto es real. Forma parte de esta vorágine de cambios de raíz que estamos viviendo. El aprecio por nuestro periodo, se está erigiendo como un símbolo del reconocimiento y respeto que nos merecemos y, en el cual, nosotras debemos ser las primeras en dar la vuelta de tuerca.
“No señor, mi sangre no es sucia. Si hay sangre sucia es la de las guerras”, reza uno de los del tipo de los que ya se comienzan a ver con frecuencia en las líneas de tiempo, reivindicando la dignidad menstrual. Y es que de venir de un discurso con tintes de cochinada, pestilencia y vergüenza, menstruar está pasando a ser algo que se debe mirar no sólo con naturalidad, sino también con agradecimiento, respeto y aprecio.
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