EL CAMINO DE UN ACTIVISTA
LA FAMILIA DE FELIPE CANCINO NUNCA FUE MUCHO DE MONTAÑA Y LAS AVENTURAS AL AIRE LIBRE NO ERAN TEMA.
Las vacaciones en el sur fueron su contacto más cercano con el mundo exterior y su fijación por la naturaleza llegaría más tarde como una búsqueda personal. «Creo que todo partió un poco por curiosidad. Siempre me llamó la atención la montaña y su geografía », cuenta.
Desde los 4 años participó en escuelas de fútbol y durante toda su niñez, su máximo sueño fue ser futbolista profesional. Pero a los 14 años, cuando se desempeñaba como cadete en la cantera de Universidad de Chile, una lesión en su rodilla le puso punto final a su carrera. «En ese momento dije: “chuta, mi sueño de ser futbolista se acabó acá”», recuerda, aunque sería este hecho perjudicial el que abriría el abanico y lo obligaría a explorar otras opciones.
«Por otra parte, el tema de la recreación al aire libre y la naturaleza siempre me llamó la atención y sabía que era algo que también quería explorar. En el colegio participé en actividades al aire libre como campamentos o cosas así», comenta.
Por esta razón, a los 17 años y recién salido de 4° medio, emprendió un viaje que cambiaría su vida. «Agarré un bolso, una bicicleta que tenía, 20 lucas y me fui a Pucón. Mi objetivo era aprender y ver qué quería hacer de por vida», cuenta el deportista. Llegó al terminal de buses de Cautín, dejó sus cosas en custodia y partió a tocar puertas. El pasaje le salía $18.000,
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