LA VIUDA NEGRA DE JAPÓN
La sociedad japonesa tuvo que esperar tres años para ver a la viuda negra de Kioto –ése fue el apodo que le dio la prensa– sentada en el banquillo de los acusados. Aunque se le atribuían tres asesinatos y un intento de homicidio, nadie creía que el número de sus víctimas fuera tan bajo. Algunos medios llegaron a publicar que hasta 14 abuelos habrían caído en sus garras.
El modus operandi siempre había sido el mismo: la viuda negra se presentaba ante ellos como una persona cariñosa, amable y enamorada para luego suministrarles el veneno que acabaría con sus vidas. Las alarmas saltaron cuando se detectó que los ancianos que mantenían una relación con ella terminaban falleciendo en circunstancias extrañas.
En el primer día del juicio, los ojos de millones de japoneses se posaron sobre la mujer más peligrosa del país. Muchos no daban crédito. La persona que aparecía en el banquillo era Chisako Kakehi, una señora de 71 años que, además, se había declarado inocente tanto de los tres asesinatos como del intento de homicidio. En ese momento, todo el mundo se hizo la misma pregunta: ¿cómo puede una persona tan frágil y de apariencia hasta inofensiva ser la mayor asesina de Japón?
PERSIGUIENDO SU DESTINO
Chisako Kakehi (Chisako Yamamoto, según su acta
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos