LA QUINTA DEL BIBERÓN
HASTA EL SIGLO XVIII, EL SIS-TEMA DE RE-CLUTAMIENTO EN ESPAÑA SE REALIZABA A TRAVÉS DE EN-GANCHES PAGA-DOS Y LEVAS DE VAGOS, MENDIGOS Y MARGINADOS EN GENERAL. En 1704, la dinastía borbónica, copiando el modelo francés, introdujo el sistema de reclutamiento basado en las "quintas", denominadas así porque, mediante sorteo, se escogía para el servicio una quinta parte de los mozos en edad militar. De hecho, el Ejército no dejaba de ser una "propiedad" del rey, y al igual que para él era la quinta parte de lo descubierto y conquistado, la quinta parte de la población debía de estar a su servicio con las armas. Posteriormente, con la Revolución francesa apareciera la idea de ejército nacional, pero en España siempre quedó en el subconsciente colectivo la idea de estar, de una forma u otra, al servicio del monarca.
El sistema de quintas se regularizó con la ordenanza de 1800, pero, de todas maneras, el sistema de quintas fue utilizado de forma irregular a lo largo del siglo XVIII, no fue hasta las Cortes de Cádiz, en 1812, cuando el principio de la obligatoriedad del servicio militar para todos los varones españoles, sin discriminaciones, fue proclamado por primera vez, reiterándose en 1821, 1837 y 1856. Menos en Navarra, Cataluña y el País Vasco, donde el reclutamiento siguió siendo voluntario hasta 1833, 1845 y 1876, respectivamente.
En 1837 se abolieron las exenciones gratuitas y totales de que habían gozado las clases privilegiadas, las profesiones liberales, parte del campesinado con grandes propiedades y los trabajadores manuales. Se transformaron en redenciones y sustituciones, en las que, igualmente, se abría la posibilidad de mecanismos de exención del servicio militar para los más favorecidos y se condenaba sólo a los pobres a ir a la guerra.
La ley de 1856, apoyándose en último término en la de 1837, estableció el marco de referencia de la conscripción que estuvo vigente hasta 1912. Aún contemplaba el alistamiento voluntario como el primer medio de atender al reemplazo del ejército, pero disponía que las vacantes por falta de voluntarios fuesen cubiertas por los mozos de veinte a treinta años que sentaran plaza, y por los que se engancharan y reengancharan espontáneamente, estimulando a los jóvenes mediante la concesión de premios en metálico. De todas formas, como el alistamiento voluntario no
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