EL RIESGO CLIMÁTICO ENTRA EN LA GESTIÓN BANCARIA
La suspensión de pagos a principios de este año de Pacific Gas and Electric Company (PG&E), la mayor proveedora de electricidad y gas de California, marcó uno de esos hitos que tanto gustan erigir a los estadounidenses.
The Wall Street Journal tituló la noticia como “la primera quiebra por el cambio climático”. Una presunta negligencia de la compañía y varios años de sequía bíblica conspiraron en unos incendios de una potencia devastadora desconocida en el norte del estado. De alguna manera, el cambio climático oficializaba su rango de riesgo real para el sector financiero.
Es comúnmente aceptado que el impacto del cambio climático provocará ajustes estructurales sustanciales en la economía global. Se espera que varios sectores, como el carbón y el acero, vayan reduciendo su actividad, mientras que otros, como las energías renovables, la captura de carbono y nuevas tecnologías limpias probablemente se beneficien. Todos estos cambios y otros que están por llegar, y cuyas implicaciones apenas se atisban, tendrán inevitablemente un impacto en los balances y el negocio de los bancos, lo que generará nuevos riesgos, pero también nuevas oportunidades. Por ejemplo,
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