LA MODA NAVEGA EN AGUAS TURBULENTAS
El sector de la moda aborda el futuro inmediato bajo un estado de ansiedad y preocupación ante el cambio de expectativas de la economía mundial y las implicaciones de la sostenibilidad. A diferencia de 2019, cuando había focos de optimismo en América del Norte y en el lucrativo segmento del lujo, la percepción presente es de un pesimismo bastante generalizado. Es la conclusión de un exhaustivo informe realizado por la web especializada The Business of Fashion y la consultora internacional McKinsey & Company.
Por si fuera poco, las empresas también se encuentran bajo una fuerte presión para sumergirse en la digitalización y aprovechar las nuevas tecnologías con que diversificar su oferta y renovar su entramado organizativo, y, no menos importante, para encarar las exigencias de la candente agenda de la sostenibilidad. Junto a todo lo anterior, el sector tiene la característica de una fuerte polarización: el grupo de los –los 20 grandes jugadores– concentra una buena parte de los beneficios económicos de todo el sector. Y no solo generan grandes beneficios; son unos formidables competidores en tamaño, innovación de productos y en interactuar con los consumidores. Y como resultado de todo ello, suelen tener más éxito en atraer para
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