La jubilación puede esperar
“¿QUÉ PASÓ? TRABAJAR EN HERMÈS fue duro. Lo disfruté mucho y tenía total libertad, pero en mi mente pensaba: ‘tienes 70 años’. Dos días después de retirarme me llamó Frédéric Malle y le dije que me dejara en paz”, responde a carcajada limpia Jean-Claude Ellena.
El perfumista se presenta con un humor excelente. La jornada anterior inauguró la retrospectiva que Pitti Fragranze le ha dedicado a la que sin duda es la estrella de esta feria de perfumería nicho florentina. “Jean-Claude Ellena es un mito. Queremos que esto vaya en serio y convocar a un perfumista en cada edición. Había que empezar por el mejor. He leído muchos de sus libros por el puro placer de la lectura y es un verdadero artista”, arguye Francesca Tacconi, directora de proyectos especiales de Pitti.
De haberse exhibido antes, “Mi hija Céline tiene un pequeño laboratorio y le pregunté si podía usarlo. De pronto entendí que lo necesitaba. Me lo paso muy bien. Ahora estoy haciendo fragancias para mí, no me perfumo con nada que exista. Me he dado cuenta de que es muy fácil. No me hace falta un laboratorio como el que tenía en Firmenich ni asistentes”. Otro factor que ha cambiado su perspectiva sobre el negocio es que estar “jubilado” le concede una independencia al alcance de muy pocos: “Cuando la gente me pide que haga algo para ellos, si no me interesa o no me caen bien les digo que no. No me importa lo que piensen. Si quieren que les haga una fragancia y no puedo hacerla a mi manera… Si les gusta lo que hago, se lo quedan, y si no, no, pero me lo pagan. Es muy distinto de lo que ocurre con la industria, que no tienen que pagarte si no la quieren”. Eso ya lo sufrió con Eau Parfumée au Thé Vert, una fragancia que no huele a té, sino a la idea del té (“simple, lineal y puro”, según Chandler Burr, comisario de la retrospectiva). Ellena la compuso para Dior, que finalmente se quedó con Farenheit. Estuvo tres años “paseándome con mi té” hasta que se lo compró Bvlgari. Se dice que empezaron perfumando las tiendas y fue la insistencia de los clientes, que no paraban de interesarse por aquel olor, lo que finalmente les empujó a comercializarlo. Hoy es un icono de Bvlgari como lo es el bolso Serpenti, un aroma atemporal y sin género que decora los cuartos de baño de los hoteles de cinco estrellas de gran lujo –por supuesto, también los de Bvlgari– que presumen de estas como síntoma de su inalcanzable encanto.
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