POSDATA: DESPUÉS DE LA LUNA
ANTES que algo real y plausible, la tarea sonaba mucho más a un sueño, a una fantasía: explorar lugares, planetas, posibles nuevos mundos que se encuentran a cientos de miles de millones de kilómetros de la Tierra y en condiciones posiblemente mortales. Desde que el ser humano apareció en la Tierra y comenzó a mirar el firmamento, supo que su destino eran las estrellas. Falta mucho, sí, pero ahora el sueño se muestra más factible: en julio de este año se celebrarán los primeros cincuenta años de la llegada del hombre a la Luna y la NASA recién anunció el plan de volver en 2024 (ahora en una misión encabezada por una mujer), además, proyectos como Space-X prometen hacer de la industria aeroespacial la gran revolución de este siglo, sin contar que, hoy en día, nuestra bóveda celeste está tapizada de docenas de satélites e incluso una Estación Espacial Internacional. Sin embargo, para llegar hasta este momento, se requirió una cantidad de conocimiento que sólo se adquiriría a través de los siglos, trascendiendo culturas, trascendiendo civilizaciones.
Desde los albores de la humanidad, cuando se dio el paso a las sociedades sedentarias, ya se estudiaba el cosmos, se observaba hacia el cielo y se formulaban teorías con base a sus observaciones y cálculos matemáticos. Los mayas, sabios astrónomos del
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