Lionel Barrymore
Lionel Herbert Blythe nació el 28 de abril de 1878 en Filadelfia, Pensilvania, y murió víctima de un ataque al corazón el 15 de noviembre de 1954 en Van Nuys, California. Era el hermano mayor de una dinastía de actores en la que brillaron también John Barrymore, al que hemos tenido igualmente en las páginas de este coleccionable hace no demasiado tiempo, y su hermana, Ethel Barrymore. Además era el tío abuelo de Drew Barrymore, que dio el campanazo profesional ya en la infancia como “la niña de ET” y luego como adulta acabó montándose su propia carrera en la comedia romántica y liderando a los nuevos Ángeles de Charlie en dos películas con las que arrancó el nuevo siglo y que de paso le permitieron afirmarse en su segunda trayectoria profesional como productora de cine y sobre todo televisión.
El caso de Lionel Barrymore, que fue considerado uno de los actores más versátiles de su época, ejemplifica las discrepancias del recorrido hecho por muchos actores de talento en sus carreras sobre los escenarios y ante las cámaras. Mientras en el teatro este Barrymore era considerado uno de los grandes talentos de su época, g ancho de taquilla y protagonista de las obras en las que participaba, el cine le catalogó la mayor parte de las veces como actor de reparto. Todos sabemos ya a estas alturas que el Hollywood clásico, con todas sus luces y sus sombras, era sobre todo una operación de idealización y manipulación de la realidad en la que dominaba la apariencia sobre la verdad y la estética sobre todo lo demás. Puestas así las cosas quedaba poco espacio para actores que no se ajustaran a un código físico determinado para poder ejercer de galán o héroe, que en definitiva era el protagonista principal del asunto en lo que se refiere a los papeles masculinos, de la misma forma en que para los papeles femeninos quedaba aún menos margen para poner en pantalla con peso de protagonista a mujeres que hubieran pasado de cierta edad. Naturalmente, había excepciones, y algunos de los talentos masculinos o femeninos que no se ajustaban a la fórmula consiguieron trascender todos esos condicionantes de carácter estético para sobreponerse gracias a su trabajo, imponiéndose en todos y cada uno de los planos que compartían con actores más jóvenes o estéticamente más ajustados a la fórmula.
El caso de Lionel Barrymore.
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