Pocos saben que su historia de vida es oscura. Miles de personas veneraron a Juan Pablo II, aquel que supo amar a todos por igual, preocuparse por los más necesitados, visitando las tierras de los más pobres, repartiendo su fe y amor al prójimo. Estas y muchas otras cosas lo hicieron digno de convertirse en un Santo de la religión católica. Pero hubo otras personas que no lo vieron así, muchos creían que, detrás de esa mirada compasiva que mostraba frente a sus seguidores, se ocultaba una oscuridad perversa. Resultaba que, Juan Pablo II, escondía algo, o más bien protegía a gente muy peligrosa. Comprometedoras acusaciones salieron a la luz en su contra después de su muerte y una de ellas fue el caso de Emanuela Orlandi, también conocida como “La Chica del Vaticano”
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