A Dios le ha placido utilizar a los diáconos para qué, y bajo la autoridad y el acompañamiento de los ancianos-pastores, ayuden a madurar al pueblo de Dios para llevar a cabo la obra de Dios y edificar a la iglesia. El apóstol Pablo enseña que los diáconos deben estar altamente cualificados y deben ser elegidos con cuidado, pues el carácter y la madurez son piezas fundamentales para el servicio. No se espera perfección, sino intencionalidad, fidelidad a Dios, disposición y estar abierto a desaprender para aprender algo nuevo. Los que hagan bien su trabajo como diáconos serán recompensados con el respeto de los demás y serán dignos de confianza para hablar de su fe en Cristo Jesús. ~Esaú Guerrero