Lo que parecía un sábado tranquilo para Bryan, en compañía de amigos, se convirtió en un día de horror para El Salvador, cuando empezaron a llegar reportes de asesinatos en todo el país. En respuesta, el gobierno declaró un 'estado de excepción', permitiendo detenciones arbitrarias y el despliegue de las Fuerzas Armadas, una crisis que pronto también pondría en peligro a Bryan y a otros periodistas.