Cuando éramos jóvenes y buscábamos un esposo o una esposa para formar familia no pensábamos en si esa persona podía o no ser un buen compañero o compañera de vida, escogíamos porque sentíamos atracción, nos enamorábamos y de ahí construíamos todo lo demás y a esa edad esto podía llegar a funcionar, aunque era un volado ya que entre los 25 y los 45 años cambiamos mucho y el reto era seguir manteniendo la relación a pesar de los cambios de los integrantes de la pareja, lo cuál no siempre se lograba. Sin embargo, a esta edad ya no cambiamos mucho y el reto no es el cambio, sino poder balancear todos los factores que influyen en una relación post divorcio, los hijos, las finanzas, los temas emocionales, la desconfianza, el miedo, el poco propósito, por lo que debemos aprender a escoger desde otro contexto y por razones distintas, hoy estamos buscando un co equipero de vida y no un papá o mamá de nuestros hijos, hoy no nos vamos a enamorar perdidamente de alguien que nos encantó y de ahí vamos a poder construir compatibilidad, hoy tenemos que pensar quienes somos a esta edad y que queremos para nuestro futuro, hay que escoger a alguien con quien acompañarnos, que nos apoye, que nos escuche, que nos deje ser, y esto no se va a poder basar en la atracción y el enamoramiento a primera vista.