“El actual régimen de fronteras nos perjudica a todas, no sólo a las personas que lo sufren en sus cuerpos; y, por eso, debemos entre todas terminar con ellas”. Para la investigadora Mariana Zaragoza (Guadalajara, México, 35 años) Europa tiene un gran asignatura pendiente con la migración “a la que persigue con sus políticas de frontera y de la que se beneficia después al contratarlas de una manera tan barata para sus cuidados”.

Ha llegado la hora, según la investigadora, de “callar y escuchar a las personas migrantes”, de dejar de verlas sólo como víctimas para “reconocer su capacidad de resistencia y solidaridad entre ellas”. Y así, “exigir cambios no desde el humanitarismo del hombre blanco sino desde el activismo de una ciudadanía que se sabe global, en movimiento y reclama dignidad para todas”, razona desde Bilbao esta experta en procesos migratorios con más de una década de experiencia en el acompañamiento de personas migrantes por todo Centroamérica junto a la ONGD Alboan y el Servicio Jesuita a Refugiados.

En Piedra de Toque acudimos a ella para comprender cuál es la situación de las mujeres migrantes en Centroamérica, su conexión con nuestras vidas y los retos que nos plantean. “Con las caravanas migrantes de 2018 las mujeres cambiaron de estrategia para garantizar su seguridad: de estar totalmente invisibilizadas a caminar juntas a plena luz del día”, explica.