La Virgen del Pilar, que recordamos hoy, no es, en la liturgia de nuestro país, ni siquiera memoria libre. Pero tiene una gran importancia, primero por haber sido la primera de todas las apariciones marianas de la historia; luego, porque su aparición al apóstol Santiago es impulso y aliento ante el decaimiento. Y porque, gracias a la evangelización de la península ibérica, nosotros, muchos siglos después, fuimos evangelizados. Empleemos este mes el Rosario como arma poderosa.