Si David Parker Ray hubiera sido uno de esos emprendedores con mentalidad de tiburón hubiera triunfado con su voz suave e hipnótica, era hábil para armar y desarmar cosas y si tenía algo en mente nunca se detenía hasta conseguirlo.
Desgraciadamente lo que tenía en mente era maneras de tortura que incluían pinzas, bates, animales y látigos, todo en una casa rodante modificada donde se estima que más de 60 mujeres sufrieron, murieron y algunas vivieron para recordarlo en sus pesadillas.