En el amanecer del mundo paradójicamente no había ningún amanecer. Antes del alumbramiento del Sol y la Luna, hubo dos grandes lámparas, Illuin y Ormal, y estas alumbraban con su luz un mundo en cuyo centro se encotraba la Isla de Almaren donde habitaban los poderes de Arda. Melkor las destruyo, y entonces los Valar crearon dos colosales árboles Laurelin -el dorado- y Telperion -el plateado. Pero su luz solo irradiaba ahora el continente de Amán, su nuevo hogar, pues las montañas del Pelori atrapaban su fulgor dejando al resto del mundo casi en la penumbra, a no ser por las estrellas.