El libro que conocemos como Mateo es una narración de la vida y enseñanzas de Jesús. Aunque la tradición dice que fue escrito por el discípulo Mateo, el autor nunca se identifica a sí mismo. Pero podría estar dándonos una pista de su identidad cuando incluye, en un lugar estratégico del libro, un dicho de Jesús que no se registra en ninguna otra parte: todo maestro de la ley que ha sido instruido acerca del reino de los cielos es como el dueño de una casa, que de lo que tiene guardado saca tesoros nuevos y viejos. Esta pista, y el carácter mismo del libro, sugieren que el autor era en realidad alguien muy versado en las Escrituras hebreas, y no un cobrador de impuestos como Mateo.
Es difícil decir exactamente dónde y cuándo se escribió este libro; pero mucho de lo que dice pueden entenderlo mejor los que están familiarizados con las Escrituras de Israel. Por eso podemos estar razonablemente seguros de que se escribió en una comunidad de judíos que creían en Jesús como su Mesías. Posiblemente su autor fue, en otras palabras, un maestro de la ley que había sido instruido acerca del reino de los cielos que Jesús estaba ahora estableciendo en la tierra. El autor lo escribió para contarles a sus compatriotas judíos como Jesús, el rey prometido, estaba creando una nueva comunidad al llevar la antigua historia judía a su clímax. Este libro emplea una combinación de formas literarias (la lista de antepasados, secuencias de acciones, enseñanzas recopiladas) para demostrar que Dios está cumpliendo las antiguas promesas que le hizo a Israel mediante la vida y el ministerio de Jesús de Nazaret.
Para describir a Jesús como la culminación de la obra que Dios inició a través de Israel, el autor comienza el libro con la genealogía o lista de los antepasados de Jesús. En esta lista destaca cómo Jesús era el hijo (descendiente) de David, el rey más famoso de Israel, y el hijo de Abraham, el patriarca fundador de Israel. En otras palabras, Jesús es el verdadero israelita y es el Mesías largamente esperado. La lista está organizada para comprobar que Jesús llega en el comienzo del séptimo grupo de siete generaciones desde Abraham. El séptimo siete era para los judíos un tiempo de celebración especial, así que el mensaje es que Jesús vino como portador de un tiempo especial de la bendición de Dios al mundo.


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